Fucsia es el color de los tejidos latinoamericanos. El tinte se obtiene de un insecto autóctono de América Latina, y del naranja al marrón vira a múltiples tonalidades de rojo pasando por un exclusivo rosado intenso. Colón lo llevó a Europa como prueba de la otredad de este continente. Fucsia fue el color con el que Frida Kahlo shockeó a Elsa Schiaparelli. Fucsia es identidad 100%. PIENSA EN FUCSIA

domingo, 30 de agosto de 2015

Mini jardines (que no por mini son poca cosa)

 
 
 
-Hola Coqui. Mirá qué tengooooo:
 
 
 
 
 
- ¡Qué delicadeza de tu parte! Gracias amiga. ¿La puedo poner acá, en la ventana?
- En ningún lado, Coqui. Me la llevo a casa. Tengo en mi living un lugar especial para estas plantas liliáceas, con muy poco sol... 
-¡Es tan lindo este ramo...!
-Son plantas vivas. Aquí hay tierra. 
-¿Tierra? ¡Pero los ramos no llevan tierra! Mucho menos si son tan snob como éste.
-Tierra, como gritó Rodrigo de Triana cuando Colón llegó a América. Es un arreglo permanente aunque trasladable. Es la gracia.
-Interesante.
-Combina macetas que para tu información, yo, quien te habla, con mis propias manitos, planté y combiné dentro de este canasto. Varias especies con similares condiciones de suelo, luz y humedad, igual que sucede en terreno, arman un jardincito.
-¡Un mini-mini-re-mini jardincito! ¡Qué invento! Para eso sería más práctico un bonsai.
-Es otra cosa
-¡Ah! ¿Sí?

 
 

-Un bonsai se hace con plantas que estan creciendo defectuosas, para no sacrificar con "bajo consumo"  a las plantas de aspecto normal... es así como el jardinero/a hace del defecto su virtud. Por eso el bonsai aspira a remedar un paisaje, no un jardín. Claro, ¡en miniatura!
-Aháaaa... bueno, pensándolo bien... tu mini jardín me recuerda más a las ikebanas.





-Ni ahí. Mi canasto es bien occidental, aunque la estética japonesa me subyuga. Una ikebana se hace con plantas secas, pimpollos y hojas o flores cortadas. Sus elementos representan pasado, presente y futuro. ¡La naturaleza jamás puede cumplir en simultáneo con ese principio de composición! Por eso la ikebana lleva cortes de plantas, no plantas vivas.
-Ay! Mirá Clarisa, estos mini jardines hechos con crasas, qué lindos...: Claroooo... los recipientes interesantes contribuyen ¿no?



 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
-Ya veo. No me prestás atención.
-Me gustan las crasas porque son especiales para la versión mini por sus formas controladas, su crecimiento lento y sin requerimientos, crecen hasta en el recipiente más pequeño...
-¿Este? 
 
 


 
-¿Pókemon? Nooooooooooooo. Este:



 
 
-Sos una exagerada, Clarisaaaaa......
-Y vos una soberbia. Dejame hablar, Coqui
-¡Las plantas hablan por sí solas! Un lenguaje de belleza que puedo decodificar...
-¡Chito!
-¿Yo?
-Por supuesto. Escuchá qué te dicen las plantas. Coqui



 
 
 -Aunque unas altas y otras cortitas somos todas amiguitas. ¡Nos gusta este palacete de alcurnia shabby chic! ¿Escuchaste esa vocesita, Coqui?
-No seas cínica.
 
 



-Nosotras pertenecemos a un club mediterráneo y vamos a la misma peluquería. Los fines de semana nos miran con...
-¡Basta de pavadas, Clarisa!
-¡Ah! Pensé que no escuchabas.



 
 
 
-Oigo perfectamente. ¡Mirá qué "tablescape" original!
-Sí. Qué bueno que te reciban con plantas. Tener plantas en la entrada es como atraer el jardín hacia adentro de la casas. ¡Este tiene unos trozos de bambú dentro de la caja de acrílico que sostiene los cajones de plantas!
-¡Toda una obra de arte!
-A mí me gustan menos sofisticados, como éste de abajo, que bien puede oficiar de jardincito doméstico. Bueno, ya sabés cuanto me interesa ésto: hice un post hace poco.





-¿Un montón de macetas sobre una mesa? ¿Dónde esta el jardincito?
-En el conjunto, por supuesto. Las plantas pueden ser aromáticas, por ejemplo. La de abajo es una colección de cactáceas.



 
 
 
-¡Y este es un tablescape con topiarios, Clarisa!
-  Y bolas de musgo. Todo va en el gusto del dueño de casa.
 



 
 
Luego , puede servir algún que otro rincón que sea ameno para que se luzcan las plantas en el piso, y también las macetas.
 
 
 
 
 Esta colección, con piedras y vasijas de barro, refleja un poco el lugar de origen de muchas de las plantas que vemos.
-No es mala idea, Clarisa. mezclar las macetas con otros objetos sirve para crear estilo
 
 
 
 

 Ponés unos objetos de iluminación en un rincón y creas relax. Así podés ambientar una habitación completa, de hecho esta sólo tiene almohadones aparte de las plantas y
-¡Volvamos al tema, Coqui! Otro día te toca a vos. Volvamos a las macetas. ¡Porque las hay muy lindas! Y podés combinar formas y colores de mil maneras hasta encontrar la perfección.
 
 

 
 
-¡Amoroso!
 
 
 

 
 
-Esto es un poco menos naive y muy encantador también, Coqui. A mí me gustan las cosas menos rebuscadas.
 
 

 
 
 
-¿Como ésto, que es un rebusque total? Muy a la moda: en el bar donde tomo café las ponen en las mesitas.
-Latitas de productos comerciales como maceta: se ven en las tiendas vintage. Ponen pequeñas plantas en latas que se vean bonitas.
 
 

 
 
Rezagos de porcelana, piezas sueltas de loza, discontínuos de vajillas antiguas,
 
 
 
 
 
platería en desuso, aún arruinada,
 
 
 
 
 
y todo tipo de vajilla y frascos que puedan contener un poquito de tierra. La verdad es que este estilo de mini jardines me hace acordar mucho al que Umberto Pastis llama "el jardín de las señoras", o sea, una sucesión interminable de ocurrencias para poner plantas donde se necesite un toque de verde.
- Bueno, a mí esa clasificación de Umberto Pastis
-Noto en que te molestaste en conocerla
-Por supuesto, Clarisa. Que no conozca de plantas no quiere decir que no me interese tener un conocimiento más sobre el gusto. Bien, como te decía, cada jardín merece su vida y responde a su dueño, según Pastis.
-¡Ay Coqui! Es imposible que estes en silencio ¿no?
-Mirá: el jardín de un coleccionista es el de un neurótico, el del millonario un capricho obligatorio, el del diseñador, una creación sin alma, el de la señora...
-¡Otra vez no, Coqui!    
  




-¡Un jardín acuático en un tazón!
-O en una sopera...
-O en un tonto bowl de vidrio. Mirá estos camalotes qué bien quedan aquí
 



 

 -¡Un estanque minimalista!
- No sé si tanto. se necesita tiempo para tener camalotes creciditos y erguidos en un recipiente tan pequeño. Esto de abajo sí me parece muy minimalista. Tres "claveles del aire" dispuestos
con ganchos metálicos


 
-¡Muy elegante!
 
 
 
 

-Para mini jardines me quedo con esto Coqui: una sola maceta es suficiente para combinar colores, formas y tamaños, como sucede en cualquier jardín que se precie de tal.

 
 
 
 
 
 
 -Este pequeño jardín es lo más. ¡Compro!
Me debés el canasto que me mostraste al principio. Así que ahora quiero que me hagas uno como este.
-Pero hay que darles tiempo a que crezcan a las distintas especies y corregir despues, si no queda bien, dando forma, agregando, sacando.
-Si es un arte, éste es el tuyo. Lo mío es la deco. Clarisa. Por eso, a modo de conclusión, voy a esbozar mi opinión sobre el tema
-¡Ufffff!
-Situados entre los jardines de los coleccionistas, las ikebanas y y a un pasito de los jardines verdaderos según la irónica e ingeniosa clasificación de Umberto Pastis se hallan estos mini jardines. Jardines verdaderos en cuanto a que son improvisados y casi clandestinos, realizados por puro placer de crear belleza, contemplar la vida, ayudar a crecer.
-Coqui, a veces creo que sos verdaderamente insoportable, pero me confunden tus buenas intenciones. O quizás no. No sé. Otro día lo voy a pensar. 

 

 

domingo, 23 de agosto de 2015

Onda NOA: un hotel de Purmamarca

 
 
 



Yuuuuujuuuuuuuuu... ¡No está Coquiiiiiii! Si no esta ella este domingo para charlar, voy a  mostrarles igual algo lindísimo, distinto y fiel a las tradiciones. Un paisaje de nuestro NOA que entre los enormes cardones y el vuelo majestuoso de los cóndores, quedó envuelto en el increíble silencio de la Cordillera: el Cerro Siete Colores. La idea es ubicarme-ubicarte. 




 
Al pie del cerro y como una puerta de la Puna está Purmamarca, que en lengua aimará significa "Pueblo de la Tierra Virgen". ¡Y vaya si le hace honor al nombre! Purmamarca es una pequeña aldea de principios del siglo XVII, con casas de adobe -un amasado de tierra y paja- y techos de cardón con tortas de barro. Pese a la colonización hispánica allí se mantiene la cultura autóctona, con sus costumbres y fiestas populares.





Así, Purmamarca resulta uno de los pueblitos más interesantes y bonitos del noroeste argentino, trazado como muchos de ellos en torno a la iglesia principal, la que estan viendo. Es muy antigua, de 1648, y fué consagrada bajo Santa Rosa de Lima. Imagínense que está declarada Monumento Nacional por su disposición arquitectónica y las pinturas e imágenes cuzqueñas de su interior.
Yo sé que todo esto no hace al glamour que a Coqui la subyuga, pero para mí la historia contribuye en mucho al encanto de un lugar.
En la plaza funciona la feria artesanal, donde se pueden adquirir artículos vasijas, alfombras confeccionadas en telares, ponchos y ropa típica e instrumentos musicales: sikuris, quenas, cajas, erques, erquenchos y charangos.





 
Esa feria me trae reminiscencias de la “Manka Fiesta” o “la fiesta de las Ollas”, la más antigua reunión proveedora de artesanías y cultivos del Altiplano.
¿Cómo es la Manka Fiesta? Me explayo para que sepan cómo obtener tesoros auténticamente artesanales.
Cada segundo y tercer domingo de octubre, en Abra Pampa, Quebrada de Humahuaca, tiene lugar este masivo encuentro de productores. Es la feria más concurrida del noroeste argentino y el sur boliviano.







Entre los nativos el intercambio es aún por trueque: los venidos de la Puna y valles jujeños y salteños traen sus inigualables barracanes, mantas, picotes, sogas, harinas, corderos faenados, chalonas y papas andinas en sus diferentes variedades. Los llegados de Bolivia traen su alfarería primitiva, ollas, tinajas, cántaros, yuros, platos de barro cocido.De los salares bajan llameros cargados de sal, yista y charqui. Los de los valles traen sus manzanas, orejones, maíz, duraznos y arvejas de Talina, Sococha.



 




Por si no saben, la imponente Quebrada de Humahuaca es el eje de una pintoresca área por la que corre el Río Grande, donde poblados de la época colonial se desarrollaron en relación con significantes asentamientos prehispánicos, y donde las calles fueron trazadas nuevamente a fines del siglo XIX. Persisten costumbres ancestrales: celebraciones comunitarias donde participa todo el pueblo como las fiestas patronales, los misachicos, el culto devoto a los difuntos, los pesebres vivientes, la Semana Santa, el culto a la Pachamama y otros ritos anteriores a la colonización, donde conviven las apachetas indígenas con las iglesias coloniales por todo el área. Por todo eso la Quebrada fué declarada Patrimonio de la Humanidad.
La Manka Fiesta hunde sus raíces en Tahuantisuyo, particularmente el Coyasuyo (coya: de abajo, del sur, sureño). Entonces, una vez al año, la gente deja de lado sus pleitos y va a la fiesta y al trueque de lo sobrante para unos y lo  faltante para otros. Su práctica, que encierra la interacción de actores propios de una extensa región, se conserva alejada de las ferias comerciales, en La Quiaca.
 





¿A qué viene todo esto? Ya viene...  Ahora saben cómo conseguir excelentes artesanías a muy buen precio. La cuestión es que allí, a 800 metros del Paseo de los Colorados y de la plaza  central, e inmersa en la más pura americanidad, se levantó El Manantial del Silencio, un hotel que hace honor al lugar y sus costumbres. Construido en el 2000 en estilo neocolonial español, y ambientado con todo lo que es posible hallar en Jujuy resulta un sitio donde el  mestizaje cultural luce su belleza.






 
 

 
  












La Pacha, la tierra, es la gran protagonista del hotel: paredes, pisos y techos de barro. El color naranja propio de su cocción rompe con las paredes a la cal tan típicas de las construcciones hispánicas.





La recepción, tras un pequeño desnivel, invita al bar instalado en un rincón de un espacioso y bello living perfectamente ambientado con muebles de algarrobo o caña, cerámicas, ollas de barro, picotes y marquetería y objetos de alpaca, o sea, con todo lo que estuvimos viendo antes.









 




















Además de la chimenea revestida en los azulejos azules y blancos, herencia de aquellos viejos de Calais que llegaron al Río de La Plata durante el Virreinato, en una composición muy equilibrada en cuanto a muebles y color, el lobby del hotel, ambientado a la manera de un gran lliving, luce todos los productos lugareños de que hablábamos.


 
 
 
Arcadas a la usanza colonial, un banco de iglesia y pinturas de ángeles arcabuceros tipo cuzqueño acentúan la impronta local en los pasillos del hotel.





Siguiendo la línea sobria y colonial, el restaurante tiene como adornos cuencos y vasijas de barro o alpaca, sillas con asiento de junco tejido a mano, espejos con marcos de la escuela cuzqueña, dos tapices antiguos y dos frescos, replicas ampliadas de los de la iglesia de Susques.





Para recrear los sabores locales, los fantásticos platos de la cocina novo-andina elaborados con productos autóctonos.






La gran cantidad de objetos de factura y materiales autóctonos brinda calor de hogar con mucho estilo.









Dos sillas adornadas con pompones de lana de llama, otro "must" de la región.
 
 




 
 
 
 
 
 
Los dormitorios cuentan con edredones confeccionados en picotes, almohadones bordados en lana, muebles rústicos de la zona y los ángeles arcabuceros enmarcados en plata, que por supuesto, no pueden faltar.
 
 
 
 
Esta es la habitación de arriba es en suite, con sala de estar.
 
 
 
 
 
 
Los baños, en contraste con sus inmaculados sanitarios, tienen decorativas baldosas hidráulicas de cemento coloreado.
 
 
 
 
  
 
Abajo, imagenes de la casa-boutique, en el sobrio y rústico estilo andino.
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
El color rojo, que se repite en todas las estancias sociales del hotel, fue un color muy usado durante la época colonial.
 
 
 


Vista desde el spa.




 
 
 
 
 
 
 Bien, te mostré algo del arte y las valiosas costumbres de nuestro noroeste. Yo estoy muy contenta, ¿vos?