Fucsia es el color de los tejidos latinoamericanos. El tinte se obtiene de un insecto autóctono de América Latina, y del naranja al marrón vira a múltiples tonalidades de rojo pasando por un exclusivo rosado intenso. Colón lo llevó a Europa como prueba de la otredad de este continente. Fucsia fue el color con el que Frida Kahlo shockeó a Elsa Schiaparelli. Fucsia es identidad 100%. PIENSA EN FUCSIA
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lunes, 6 de junio de 2016

BKF, ícono del diseño argentino




-Hola Coqui. ¡Tengo tanto frío! Sentemosnos aquí a tomar algo caliente y charlar.
-Buena idea. ¡Qué lindos sillones!
-¿Los BKF?
-Esos dos silloncitos de hierro que parecen tan cómodos.
-Son cómodos. Y aunque no lo fueran...
-¿Qué queres decir? Después de todo lo que te enseñé la vez pasada sobre asientos...
-¡Ah, sí! Los franceses. Pero estos son argentos.
-¡¡¡Nooooooo!!!
-¡¡¡Sí!!!

-Un milagro. ¡Qué diseño!
-Decis eso porque no sabes, Coqui. Esta sencilla estructura de hierro con dos puntos de soldadura en forma de mariposa enfundada en argentinísimo cuero con pelo es un ícono del diseño de nuestro país en el mundo.
-¡No puede ser!
-¡Es! En 1938, el catalán Bonet Castellana y los argentinos Juan Kurchan y Jorge Ferrara Hardoy inventaron el sillón, sin pensar que sería tan famoso.
-¡Epaaaa!
-tanto que ni siquiera lo patentaron.
-¡Nooooooooooooooo!





-Sí Coqui. Una pena. Y menos imaginaron que sesenta años después su sillón volvería a estar en la cresta de la ola. En realidad, cuando en 1938 se sentaron  a bosquejarlo, eran tres arquitectos recién recibidos (dos argentinos y un catalán) volcando las ideas absorbidas de Europa y sin intuir su futuro. Bonet conoció a Kurchan y Ferrari en 1937 en el estudio parisino de Le Corbousier.  Trabajaron un año desarrollando el Plan para Buenos Aires. Allí seguramente nacieron los primeros bocetos del sillón, que se plasmó un año después cuando los jóvenes recalaron de vuelta acá. El primer nombre que le pusieron al sillón fue "Sur". Luego de andar recibió las iniciales de sus nombres.
-¿Estas segura, Clari, un diseño argentino en 1938?
-Sí. Mirá a Antonio Bonet sentado en el sillón y jugando con su hijita.
-¡Genial! Sentado sobre su fortuna sin saberlo.
-Algo así. Aunque no les resultó tan buen negocio como merecían. El caso es que la silla era ideal para una arquitectura libre, informal y no acartonada y cayó justo a la vanguardia modernista que en ese momento era furor en Argentina.
-¿Sí?

Kava01.jpg


-Por entonces el art-decó y el expresionismo ya contaban con exponentes arquitectónicos en estas tierras, como el edificio Kavanagh, de 1933-34, que fue el más alto del mundo durante más de una década. El gusto de las clases medias y altas era moderno y racionalista, pero ellos no dieron gran valor a su sillón. Las malas lenguas dicen que tomaron la idea del "Tripolino",primer silloncito plegable patentado en 1877 y utilizado por el ejército italiano en su campaña en Trípoli, Africa.




Joseph B. Fenby - Tripolina Chair



El diseño era de Joseph Beverly Fenby, ingeniero británico. Mirá a Roosevelt sentadito en él:


Theodore-Roosevelt-chair

-¡La gente es mala!
-Y habla sin saber. Los tres negaron siempre haber conocido al Tripolino, que parece un antecesor natural del BKF:
-Es que las similitudes son evidentes, Clarisa.
-Pero las diferencias también: la BKF era más fácil de producir, más fluida, más cómoda y más barata. En 1943 fue expuesta en los salones de Harrods de la calle Florida durante el Primer Salón de Decoradores de Buenos Aires y ganó el Primer Premio.
-¡Cuanto glamour!
-Ceo que sí.Que pese a su sencillez y rusticidad tenía algo, porque la fama se le vino encima muy velozmente.





Ese año, el estadounidense Edgar Kaufmann Jr. compró dos sillones a 25 U$ cada uno. Uno llegó inmediatamente a la cima: fue a parar a la colección permanente del Museo de Arte Moderno de New York
-¿El MoMA?
-Tal cual. Y el otro BKF fue a una de las casas de su padre, coleccionista de arte y fan de la arquitectura.
-¡Wooooooooowwwwwwwwwwwwwwwww! ¡Es la Casa de la Cascada, de Frank Lloyd Wright!

 


-Correcto.
-¡Alto glamour!
-Glamour avant garde, Coqui. Evidentemente el sillón respondía al gusto del momento. Era racionalista, minimalista y seguía al dedillo los preceptos de europeos con materiales  autóctonos y  un lenguaje contemporáneo.
-¡Una síntesis ganadora!
-Por eso la silla fue rápidamente adoptada por todos, imitadísima y bautizada con mil nombres. En Estados Unidos se la conocio como Butterfly Chair o Hardoy Chair.





-Pero qué, ¿sus creadores no le habían puesto nombre ni tenían estrategias de marketing, Clari?
-Obvio. Se habían graduado poco tiempo antes y no tenían entido comercial. Ni pizca. Por eso no lo patentaron: nunca pensaron que llegaría a ser un objeto de culto.
-¡Qué tontos!
-Más bien improvisados. Cuentan que años después uno de ellos se reía recordando cómo un potencial y obeso cliente había dado cuerpo a tierra a querer sentarse en el primer prototipo. El hombre y el negocio rodaron por el suelo.





-¡Qué papelón!
-Poco importó, porque este fue uno de los sillones de diseño más vendidos de la historia.






-¿Y este quien es, Clarisa?
-Italo Calvino.
-¿El también tenía una BKF?
-¡Yes!
-¡Increíble!
-No tanto Coqui. Porque ese vínculo con E.E.U.U. fue esencial para el éxito del sillón. Edgar Kaufmann Jr. era curador del MoMA y reconoció las virtudes del sillón: "Realmente ustedes practican lo que nosotros llamamos designing en un sentido bastante más elevado que la mayoría de los designers de Estados Unidos y aún de Mexico. Ustedes son el tipo de gente de quien nosotros más esperamos. Por favor, traten de participar en el concurso a pesar de las dificultades".
- ¡Qué reconocimiento!
-Sí. El concurso del que Kaufmann hablaba era el de diseño de mobiliario orgánico, organizado por el MoMA en 1944. El sillón obtuvo  el Premio Adquisición, y con él, la fama internacional.





En 1945 Bonet, Kurchan y Ferrari lo presentan en el Pabellón Jeu de Pomme, de París. Y comenzó su periplo europeo. El director de la revista Architecture d´Aujourd´hui se enamora y comienza a producir el sillón para sus lectores con el nombre de sillón AA.
- Como si fuera un diseño hecho para la revista...¡fue lisa y llanamente un robo!
-Así es. Simultáneamente aparecía un artículo en la revista "Retailing Home Furnishings", periódico neoyorkino dirigido por Alfred Auerbach, donde se presenta al BKF como modelo registrado por el grupo Austral.
-¡Cuanto lío, Clarisa! Juro que si invento algo lo patento.
-La producía Artek Pascoe Inc. Pero Bonet, Kurchan y Ferrari cerraron trato en 1945 con Knoll para  venderla como la Model 198 Hardoy Chair. En 1948 pasa a Knoll Internacional como la Butterfly Chair.




-¡Y obvio que si lo patento, lo patento con nombre! ¿Qué es eso de andar cambiando de nombre a cada rato?
-Sí, ¿no? Esta, cosida con estos tientos de cuero, tiene un "estilo navajo"
-¿Te parece?






-La de cuero con pelo más autóctona.

-Sin duda. ¿Pero cómo, un huesudo esqueleto y una funda colgante pudieron imponerse de tal modo?
-¡Coqui! Sos una impertinente. Los entendidos en estas cuestiones dicen que generó una forma descontracturada de usar un asiento en sintonía con los tiempos que corrían. En ella una puede quedar "colgada", o colgar las piernas a un costado, o colgar los brazos y la cabeza con las piernas en alto, todo según como te sientes. Genera confiabilidad porque el sillón se apoya en sí mismo y en la gestualidad humana.
-¿¿¿???
-Mirá la forma: conserva la señal de los hombros y las rodillas en su estructura de hierro. ¿No te das cuenta que contiene una dosis de confort psicológico?
-Interesante... pero.... ¡no me doy cuenta!



-Esta aceptación y su sencillez constructiva la convirtieron en uno de los pocos muebles de factura barata, objetivo de los Maestros Modernos que escasas veces cumplieron.





-Y por eso lo copiaron a mansalva.
-Las empresas giraban sus royalties a Buenos Aires. Pero el problema fue que la patentación iniciada en 1944 y su registro en Estados Unidos nunca concluyeron.
-Pero el éxito nunca se detuvo.
-No. Tanto que en 1958 el Instituto de Diseño de Illinois Institute of Technology (ITT)  lo incluyó en la lista de los 100 mejores diseños industriales.
-¡Y sin patente!
-Lo cual favoreció su reproducción desenfrenada. A mediados de los 50 se hacían 3000 sillas por semana.






-¡Al mismo tiempo que ganaba fama ganaba copias!
-¡A millones! Por donde fueras te topabas con el sillón, bajo distintos nombres: Fladdermus ( murciélago en holandés), Flutterby, Sillón Bonet, African Chair, Continuo, Pampeano, Hardoy, Siesta Chair, Argentino, Latino...
-Además de los que ya le conozco...¡qué exceso!
-Sep.




-Pero no creo que sus diseñadores imaginaran que a fines del siglo su sillón retomara nuevo impulso, Clarisa. Y que volviera a hacer furor en Buenos Aires.















- Es que materializa las espectativas culturales de hoy: fusión de arte y vida.
-Y además  es un objeto reconocible: ya tiene un prestigio ganado.





-Para mí, Coqui, además es práctica, cómoda, increíblemente buena para quedarte en ella durante muchas horas; es realmente portátil; del living al jardín, del jardín a la habitación, adecuada a la forma actual de vivir, siempre cambiante; y simple –finalmente, el poder de síntesis y la simplicidad de su diseño me encantan.







-Pues parece un "virus mobiliario moderno" de contagio inmediato y epidémico, que muta velozmente...¡un plagio serial! Igualmente celebro este asiento… nuevo, fluido... ¡desprejuiciado! Aunque no creo que el milagro de esta silla permita hablar de diseño argentino, sobre todo en esa época, Clarisa. 






-Veremos, porque después de la crisis del 2001, se abrió un nuevo período en la historia del diseño en la Argentina y la BKF ha sido resignificada de mil formas. El grupo Nudo, encabezado entonces por Osvaldo Giesso y Pedro Reissig, organizó un concurso homenaje del que surgieron reinterpretaciones varias.








Como esta versión de  una sola pieza de hormigón de Juan Blas Doberti y Carlos Rimoldi.  Pero su valor simbólico se multiplicó en los últimos años. Ahora nos da identidad cultural en la vía pública. 
El BKF2000 es un diseño industrial resuelto en una sola pieza de hormigón premoldeado, derivado de la geometría del BKF original, y traslada a las calles los hábitos domésticos. 





                      
-O sea que la historia todavía no ha concluido, ¿no Clarisa?
-Parece que tenemos BKF para rato, Coqui. 
-Entonces sigamos sentadas nuestra charla sobre estas BKF, que están buenísimas.